Que te disculpe me dices.
¿Qué tengo que disculparte?
¿Cuáles son los inconvenientes que me causas?
Serás tonto. Mi tonto. Siempre tonto.
Sabes que lo entiendo. Que lo respeto y que estoy de acuerdo en que enfrentes tu duelo. Cuando estés listo, estaré acá, sentada en el mismo lado de la cama con los brazos abiertos y una enorme sonrisa. Te contaré cosas tontas, de esas que nos hacen reír, que nos hacen olvidar aquellos malos ratos que en ocasiones no podemos evitar.
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