martes, 6 de agosto de 2013

013

Ahí estaba ella mirando por ese enorme ventanal, la noche había llegado regalándole una luminosa luna, tan grande, tan brillante. Amaba las noches en las que la luna presumida consciente de su belleza se mostraba sin pudor alguno para que la admirasen. Regina lo hacía, la admiraba porque según ella decía, esta tenía magia, no podía evitar emocionarse mientras se perdía en ella, no podía evitar que un sentimiento de paz la invadiera al hacerlo.

- Hola guapa.- Escuchó entonces, dirigió su mirada hacia el portador de aquel saludo. Realmente lucía guapo, tenía porte, sin duda la tenía, su traje azul marino provocaba que sus ojos lucieran de un azul aún más profundo, tenía cierto dejo de arrogancia pero no aquella capaz de hacerla enfadar, sino aquella que te hace reír y desear seguir escuchando para saber cuántas tonterías más será capaz de contar. Anthuan era todo un caso. Pero había aprendido a tomarle cariño en poco tiempo, como a todos los demás.

- No fastidies Anthuan.- Dijo Catalina. Ella era una mujer increíble con un instinto casi maternal, había acogido a Regina como si le conociera de toda la vida y la llevaba de aquí para allá con el fin de que se sintiera cómoda, después de todo, no debía ser fácil estar en un país tan distinto al tuyo. - Nos preguntábamos donde se había metido la estrella de la noche, ¿qué tanto miras por la ventana Regi?

- La luna, esta especialmente linda esta noche. ¿Quién es la estrella de la noche? ¿De qué hablas? - Dijo Regina con una enorme sonrisa despistada mientras se acercaba a ellos.

- Niña, esa obsesión tuya por la noche y sus elementos. Ahora veo porque te llevas tan bien con Thom, él siempre esta también por ahí buscando cosas en el cielo.

- Déjenla tranquila, tienes razón Regina, esta noche parece algo especial.- Comento la última integrante de ese pequeño grupo. Cassandra imponía con solo mirarla, a los ojos de Regina era realmente hermosa, parecía una muñequita de porcelana, no una barbie, ella era del tipo de chicas que te pueden hacer temblar, inteligente, hermosa y una persona con un corazón de oro según le había dejado ver, realmente esta mujer había llegado a tiempo a la repartición de dones y se dio el lujo de tomar unos cuantos. Un día había reído bastante cuando Regina se lo había comentado y le había dicho que exageraba. La verdad es que hasta su risa era linda.

- ¿Han visto a Thom, por cierto? .- Dijo de pronto Regina, al darse cuenta que no venía junto al resto del grupo.

- Creíamos que estaba contigo, prin.- Pero solo te hemos encontrado acá coqueteando con el cielo.

- No me llames Prin, suena raro. ¿Hey, qué haces?.

- Lo siento princesa, olvide que sólo podía ser llamada así por su alteza el príncipe Thom.- Dijo mientras arrebataba la copa que ella llevaba en la mano. Para tirarla después torpemente.

- ¡Que idiota!.- Gritaron las tres al unísono olvidando el lugar donde se encontraban. Las personas voltearon al instante y tras soltar una carcajada, Anthuan decidió sacarlas de esa multitud.

- Pero miren si las princesas pierden la clase y empiezan a gritar eh!.- Cassandra saco una botella de vino y sirvió un poco para todos mientras se sentaban en la pequeña terraza del lugar.

- Uumm, chicos, ¿me disculpan unos minutos? Veré si encuentro a Thom, no lo he visto desde hace un rato. Vuelvo en breve ¿vale?

- Vale. Dile que mueva su trasero hasta aquí si no quiere esta noche pasarlo realmente mal.- Dijo Catalina, quien ya se encontraba algo alegre, debido a las copas. Una vez Regina salió dirigió su mirada hacia Cassandra, quien se había quedado inmersa en sus pensamientos.

-¡Hey tu! ¿pasa algo Casse?

- No, es sólo que... bueno. Uumm, espero realmente estar equivocada, pero no pude evitar darme cuenta de que además de Thom, nuestra "buena amiga" Meredith tampoco estaba en el lugar.

- No es posible. No, no, no es posible. Thom no sería tan tonto, es decir, él ama a Regina y conoce a Mere, esta chica le ha jugado ya un par. ¡Dios! Nuestro Thom sería incapaz de lastimar a Regi, él sabe que ella no lo merece.

- Eh chicas, dejen el drama. Thom esta loco por Regi, ¿qué no han visto la forma en que brillan sus ojos cuando la mira? Nunca lo vi así, tan emocionado, tan feliz. Ni siquiera con Meredith fue así, es diferente, Regina lo llena de vida, de alegría. No deberían ni plantearse la posibilidad de que pudiera compararlas y elegir a esa arpía sobre nuestra Regi, además. ¿La han visto hoy? La mujer desborda sensualidad. Todos los tipos han volteado a verla toda la noche. Pero cuando ella no esta viendo a Thom, esta viendo el cielo.

- Lo cual te ha decepcionado, pues preferirías te viera a ti ¿cierto?. Por otro lado Meredith es una manipuladora Anthuan, siempre ha sabido llegar a Thomas y manejarlo a su antojo, le quiero y Dios sabe cuanto admiro el hombre que es, pero cuando de Mere se ha tratado, siempre ha sido un idiota. ¿Qué si lo que estoy pensando no esta tan errado?

- Prefiero no pensar en ello Casse, de verdad prefiero no hacerlo, porque podría olvidar que ese hombre es mi mejor amigo.

Regina entro de nuevo a la casa, le busco en las habitaciones y echo un ojo de nuevo en el salón. No había rastro de Thom, entonces un pensamiento cruzo por su mente, ¿sería posible que se encontrase en el despacho? ¿de verdad? Este hombre necesitaba que le aclararan el asunto, ¿estaban de fiesta y el se había encerrado a seguir trabajando? Había que estar loco. Pero entonces supo que se encontraba allí, la luz estaba encendida y provenían voces de dentro. Un momento, ¿voces? ¿Con quién estaba Thom?

Se acerco sigilosa a la puerta y la abrió sin que esta hiciera el menor ruido y lo vio. Ahí frente a ella estaba él. Thomas Abreu, el hombre del que estaba perdidamente enamorada, estaba allí amando a otra. Sintió como si alguien hubiese golpeado su estomago y por un instante creyó que sus piernas serían incapaces de seguirla sosteniendo, pero no, no lo permitiría, no la traicionarían ellas también. Cerro la puerta con cuidado y entonces alzando la cara camino de nuevo por donde había venido, sintiendo como con cada paso que daba algo dentro se quebraba.

Justo cuando tuvo que pasar de nuevo por el salón escucho como Dante, el papá de Thom hablaba con unos amigos, les decía que terminaran pronto con lo que hacían para dirigirse al despacho. A Regina se le fueron los colores solo escucharlo, de sólo pensar lo que podría ocurrir si Dante viera lo que ella acababa de presenciar logro estremecerse, entonces no supo como pero llego corriendo a la terraza con los demás agitada.

- ¿Qué pasa?, ¿Estas bien?, ¿Regina, qué sucede?

- ¡Chicos! Anthuan, por favor... Corre, Anthuan tienes que detener a Dante, se dirige al despacho, no puede, por favor, no puede entrar allí, distráelo, cuéntale lo que sea, no sé, por Dios ¡detenlo!

- Regi, por favor tranquilízate y dime qué pasa.

- No hay tiempo para explicaciones, ya te lo aclaro después... si es necesario. Pero anda a hacer lo que te digo, Dante se dirige allá con sus amigos, no pueden, no pueden entrar ahí... Thom, Thom se encuentra dentro con... Meredith.- Dijo en un susurro apenas perceptible pero que todos escucharon perfectamente.

- ¡No es posible! ¡Dios! Regina...

- No ahora Cata, por favor... Vayan y saquen a Thom y a... ella de ahí. Anthuan, dales solo un poco de tiempo para que alcancen a dejar el despacho. Es importante que se muevan rápido, ya hemos perdido mucho tiempo acá.

- Deberíamos dejar que se las apañen solos, ¿por qué deberíamos...?

- ¡Ya cállate Anthuan! Puedes hacerme ese maldito favor y ya, no quiero escuchar nada. Solo saquenlo de ahí de inmediato.- Grito Regina alterada. Los chicos la miraron y entonces sin decir otra palabra se marcharon a hacer lo que les había pedido.

Regina quedo ahí parada, sosteniéndose de la mesa. Miro a su alrededor y vio aquel asiento donde por primera vez estuvo con Thom, donde la persona a quien amaba y deseaba era ella. Contuvo las lagrimas y miro una vez más al cielo, le regalo una sonrisa rota a la luna y le susurro un "ayúdame".

Catalina llego hecha una furia al despacho, abrió la puerta sin la menor delicadeza, importándole poco el hecho de que su mejor amigo se encontrase ahí dentro desnudo con otra chica en las mismas condiciones. Mas que pena, lo que sintió fue asco sólo verlos.

-Eres el más grande imbécil que pueda existir Thomas Abreu, espero que lo sepas.- Dijo justo cuando lagrimas de rabia resbalaban por sus ojos. Cassandra se detuvo justo a su lado después de cerrar la puerta.

- Es mejor que se vistan pronto.- Dijo a un todavía anonadado Thom y a una Meredith bastante molesta por la interrupción. Cassandra la ignoro por completo.- Tu padre se dirige acá acompañado de sus amigos, apresúrense, no creo que Anthuan se esfuerce mucho por mantenerlo lejos. Ni siquiera yo lo haría.-

- Casse, Cata... - dijo apenas Thom mientras se cambiaba.- Yo, chicas, déjenme explicarlo todo.

- Eres un maldito animal, cerdo asqueroso... ¿quién demonios eres tu?.- Dijo Catalina mientras intentaba abalanzarse sobre él.

Cassandra le miro y la detuvo.- No Catalina, no lo vale. Ahora salgamos de aquí antes de que tu padre llegue.

- Gracias Casse, gracias chicas, de verdad lo siento.-

- Ja! ¿Gracias?, no, la verdad es que realmente era tentadora la posibilidad de que tu padre llegara acompañado de los socios y te encontrara aquí... así, como estaban. Realmente te lo merecías, no sabes cuánto lo hubiéramos disfrutado.- Le soltó Catalina

- Pero no lo hicieron, así que lo agradezco, yo no he sido un buen amigo. Sé que esto parece traición, pero ustedes si lo han sido y yo...

- Realmente Thomas, es que a quién tienes que agradecérselo es a Regina. Es por ella que estamos aquí, no hubiéramos movido un solo dedo por ti sino fuese que ella nos lo pidió.- Agrego Cassandra sabiendo lo que sus palabras impactarían al joven.

- ¿Regi...?, ¿Regina... lo sabe?.- Respondió Thomas mientras sentía como el mundo se le venía encima, ¿Regina lo sabía? y aún así había sido capaz de mandar a sus amigos a sacarlo del apuro, sus propios amigos habían decidido darle la espalda, pero ella, su Regina no permitió que se metiera en un problema que de más estaba decirlo habría resultado muy grave.- ¿Dónde esta ella?, ¿cómo lo sabe? Dios, ¿dónde esta Regina?

- ¿Ahora te importa? No sólo lo sabe, fue ella quien los vio. Te estaba buscando, quería que pasaras un rato con nosotros y entonces supongo vino a buscarte acá y probablemente vio mucho más de lo que hemos visto nosotras. Tienes suerte, yo te habría arrancado los ojos. Vamos Cassandra, estar aquí me da asco.- Y sin decir más ambas chicas salieron de la habitación.

Vieron acercarse a Anthuan preocupado, pues no había podido detener más tiempo al padre de Thom. Entonces ellas le indicaron que estaba bien, dirigiéndose en busca de Regina, cuando llegaron a la terraza la encontraron allí, una copa de vino en su mano, los ojos cerrados sintiendo como el viento frio acariciaba su rostro.

Abrió los ojos cuando se percato de los pasos, entonces volteo a verlos y les regalo una sonrisa. Gesticulo un gracias con los labios y se tiro después en una de las cómodas sillas que ahí estaban.

- Regina... .- Dijo Catalina

- Shht, no pasa nada. Estoy bien, no quiero que se preocupen chicos. La verdad es que si no les importa, preferiría no hablar del tema. No podía significar nada bueno que Meredith estuviera acá, confíe de más. Sólo eso.-

Anthuan la miro dolido y golpeo la pared con fuerza haciendo que las chicas se asustasen. ¿Cómo era posible? Acababan de romperle el corazón, él sabía cuánto Regina amaba a Thomas, se dio cuenta desde el primer día que hablo con ella. Sabía que debía estarse muriendo por dentro, pero estaba ahí sentada con ellos, tomándose una copa y sonriéndoles... casi consolándoles a ellos, cuando debería ser al revés. Sus deseos de matar a alguien, mejor dicho a Thom aumentaron, el muy imbécil había sido capaz de herirla a ella. ¡A ella! Que se desvivía por hacerlo feliz, que le cuidaba y le hacía sentirse tan seguro, según sus propias palabras. Amaba todo eso de ella, la forma en que podía enfrentar a Thom y hacerlo caer tan fácilmente, la forma en que se comportaba como una niña pequeña muchas veces y como de repente podía convertirse en la mujer más madura que había conocido jamás. "Hablas como mi abuela" le había dicho Anthuan en algunas ocasiones. "Bueno, pero te aseguro que soy una abuela sexy" respondía siempre a tono de burla. Thom los miraba divertido y le respondía un "te lo dije, no puedes con ella". ¿Por qué Thomas habría cometido una locura así? ¿Por qué su mejor amigo se convertiría en un patán de un día a otro? No lo entendía y peor aún, no creía poder perdonarlo nunca.

- No me siento bien.- dijo él por fin con la mirada perdida.

- Quizás deberíamos ir a descansar, es tarde.- Dijo Regina mientras corroboraba la hora en su reloj.- Una ducha refrescante y la comodidad de una cama suena como algo atractivo después de tanta fiesta ¿no creen?

- ¿Estas segura que estarás bien Regina?.- Cuestiono por fin Cassandra.-

- Agradezco la preocupación chicos, en verdad. Pero estaré bien, un poco molida quizás mañana por tanto ajetreo, pero bien. Vamos, los quiero totalmente frescos para venir a despedirme, mi vuelo sale temprano y no pienso irme sin haberlos visto antes.

- ¿Mañana? Creí que te quedabas aún otra semana.- Dijo Anthuan

- La verdad es que dadas las circunstancias... bueno, ya tengo el boleto pues.

- Me sorprende que ahora mismo no estuvieras ya montada en un avión. Agradezco que así sea, porque realmente he disfrutado el tenerte con nosotros Regi, pensé que quizás podía terminar odiándote pero te supiste ganar a cada uno de nosotros sin problema. ¿No preferirías quedarte hoy en casa? No me causaría ninguna molestia.

- Esta bien Casse, me quedaré acá. Además, tendría que dar algunas explicaciones a los padres de Thomas y bueno, por el momento no me apetece hablar nada. Ellos se han portado estupendamente conmigo, no quiero bajo ningún concepto ser mal agradecida con ellos. Y bueno, Cata y Anthuan duermen acá también, así que no hay nada de qué preocuparse. Nos vemos entonces mañana, descansen chicos.

Se dirigió muy lentamente hacia su cuarto, cada movimiento le dolía. Le dolía demasiado. Se quedo ahí sentada a los pies de la cama preguntándose si realmente estaba ocurriendo. Miro su reflejo en el espejo y vio el dije que él le había regalado apenas llego "Princess", el siempre la llamo así, un mote tan común, pero que él lo hacía sonar tan único. Ya no sería más su princesa y él ya no sería más su príncipe. Era tiempo de seguir, sola, sin él.

Perdida en sus pensamientos no escucho el alboroto que se desataba en el pasillo. Anthuan y Thomas se habían encontrado por primera vez desde el incidente mientras se dirigían al cuarto de Regina. Anthuan enfurecido le propino un puñetazo que desestabilizo por completo a Thomas.

- ¿Qué diablos te pasa?

- ¿Qué diablos te pasa a ti? ¿cómo te atreviste?.- Respondió Anthuan cabreado.

- Ese no es asunto tuyo, la explicación se la debo a ella y se la pienso dar.

- A ella no te le acercas imbécil, ya mucho has hecho. Alejate. Si realmente eres un hombre aléjate y deja que ella siga su vida. Ya encontrara a alguien que de verdad la valore y sepa cuidarla como se debe.

- ¿Ah si? Y ese alguien ¿podrías ser tu? Ni en tus sueños Anthuan. Ni lo pienses. Ella no, ella es intocable ¿entiendes?

- ¿Y qué si fuera yo? Eres tan egoísta que no soportas la idea de que alguien más pueda tenerla, porque sabes que nunca nadie en este miserable mundo llegara a quererte de una forma tan real y tan pura como ella lo ha hecho.

Thom le empujo y entonces entro a la recamara. La vio ahí de pie, hermosa. Siempre había sido hermosa aún cuando ella no se diera cuenta, se quedo mirándola intensamente cuando el vestido que llevaba se deslizaba hasta llegar al suelo. "Quiero un vestido azul" había dicho ella. "Un hermoso vestido azul de princesa para fiesta". Sonrió al recordar antes de volver a concentrarse en ella. Su cuerpo no estaba trabajado, pero tenía las curvas y proporciones justas. Thom sintió de pronto como si le hubiesen clavado una daga en el pecho, el terror se vislumbro en sus ojos, sólo entonces lo supo. Supo que la mujer que tenía frente a él no volvería a estar entre sus brazos jamás, no volvería a tocarlo, a amarlo... se habían acabado las noches en que después de hacer el amor terminaba recostada en él y al cabo de unos minutos se quedaba dormida.

Cuando salió de la ducha Regina se encontró de frente con él. Le miro fijamente a los ojos, se acerco a él y se abrazo a su cuerpo. Él se quedo de piedra, esperaba que lo golpeara, que le dijera que lo odiaba, que no quisiera siquiera tenerlo a 3 metros de distancia. Pero su Regina siempre iba en contra de todo lo humanamente normal. Por algo se había enamorado de ella y estúpidamente esa noche había dejado que la confusión de aquel amor del pasado lo llevara a perderla, porque lo sabía. Hacía ya un tiempo ella se lo había dejado claro "yo no quiero ser como esas otras chicas con las que decías tener una relación pero no podías sacarte de la mente a Meredith, no quiero estar contigo mientras estas pensando en alguien más, así que la mas mínima duda que tengas debes hacérmelo saber, te quiero, pero no deseo terminar destrozada" Y aunque ahora el pequeño cuerpo de Regina se aferraba a él, ese abrazo estaba cargado de emociones de inevitable despedida. Ella se aparto un poco, le miro nuevamente a los ojos y le regalo una enorme sonrisa. Sus ojos reflejaban el más grande dolor y a la vez estaban llenos de amor.

- No es necesario que me digas nada, no te escucharía de cualquier forma. Así que déjame hablar a mi esta vez por favor. Te amo.- Le dijo.- Lo prometí... hasta el último de mis días. Se feliz Thomas, tan feliz como me hiciste a mi. Gracias por todo.

Deposito un beso en sus labios y antes de que él pudiera emitir alguna palabra se dirigió hacia su puerta, abriéndola para que él saliera por ella. Salía de su recamara y en ese mismo instante salía también de su vida. Se acerco al balcón y miro al cielo pidiéndole a Dios que le diera la fortaleza suficiente para no derrumbarse. Solo tenía que esperar
 a que llegara el amanecer, entonces un avión la llevaría de nuevo a casa, con todo su amor y todos sus sueños guardados en la maleta. Aquí acababa su hermosa historia de amor pero la vida aún así seguía.

 

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