jueves, 1 de agosto de 2013

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Con frecuencia voy contando a mis pequeños algunas historias, en ocasiones van ligados al tema, otras tantas sólo son por entretenimiento. Rara vez puedo seguir un guión tal como se encuentra escrito, termino perdiéndome y modificándolo por completo, ellos igual los aman y yo los amo por ello. Ya que cuando es así, puedo escucharlos después relatar a sus compañeros lo que se les quedo grabado o bien pedir que se los cuenta una vez más.

Niño o niña, siempre y cuando les presentas cosas novedosas y juegues con tu voz, tus gestos y los movimientos corporales el entusiasmo en ellos no espera en hacerse notar, no me considero tan buena en ello, pero aprendí un poco de las mejores en mi anterior trabajo.

Sobre los cuentos de hadas y princesas encantadas (y no tan encantadas) son ellos los especialistas, los aman y es gracioso cuando les regalas un desenlace distinto al que ellos conocen, te miran con curiosidad y preguntan: "¿si, maestra?" y satisfechos te recompensan con una sonrisa.

Yo ahora soy una princesa, es decir, también para los pequeños. Que han insistido enormemente en que debo tener un vestido, TODAS las princesas tienen un vestido. No me buscaran un príncipe, ya que yo ya tengo uno, o algo similar. Digo, después de haber aprendido a moverle a mi celular mucho mejor de lo que yo lo hago, ahora pueden entrar a todas mis carpetas de fotos y presentarle a mis compañeras de trabajo a cierta persona a quien con gran interés le han declarado como "el princhape de la maesta Liya" (no estoy segura de que princhape sea la palabra, aún tengo dificultades para entenderles del todo pero algo así se escucho). Con un princhape así, quiero ser una princesa por SIEMPRE, o bueno... si es necesario su princhapa :)


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