lunes, 12 de diciembre de 2016

071


Y deberíamos, tal vez, pensar un poco más cuando decimos que las cosas no pueden empeorar. TODO puede empeorar. Después de haber estado envuelta en una, dos, relaciones que acabaran en un tremendo fracaso pensaba que no había forma de sufrir más. Que había experimentado la mayor cantidad de dolor que pudiese tolerar. No fue así. Ni por poco se acerca.

Porque existen relaciones así, destructivas, insanas, complicadas, dañinas, que en el proceso te van preparando para un final inevitable, te van llevando de a poco a ese momento en que se dice BASTA. Que te llevas a ese preciso instante en que simplemente decides dejar que pase, porque terminaste sintiendo nada.

Pero, ¿qué se hace cuando toca decir adiós a alguien que vino a llenarte de vida? Nadie te prepara para ese tipo de dolor, donde tienes que irte aunque no quieres. Sea la vida, o eso que llaman destino, decidió acabar un poco más conmigo.

Primero, llevándose de este jodido mundo a quien fuese mi mejor amigo. Después obligándome a renunciar a la única persona con quien me hubiera permitido jugarme la vida, los sueños y hasta el último respiro.

Es todo. Fue todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario