sábado, 18 de octubre de 2014

049

¿Cuántas veces más necesitas marcharte para saber qué es lo que deseas?

- Sólo dame chance, ahora que regrese...
- No.
- ¿Cómo?
- Ahora que regreses ¿qué? No va a cambiar nada, ¿no te das cuenta? Es siempre más de lo mismo.
- Lo sé.
- Bien.
- Perdón, es que en este momento tengo la cabeza echa bola como no tienes idea.
- Créeme, tengo idea. Tengo muchísima idea, por eso te digo que no. Lo siento, pero no puedo estar esperando, no se trata de eso.
- Lo sé, sólo... tu sabes que quiero y estoy siendo sincero contigo. Sé que habíamos quedado en algo y bueno...
- No pasa nada.
- ¿Cómo?
- No pasa nada.
- No quiero hacerte sentir mal, no era mi intención, sé que sabes que no iba por ahí.
- No pasa nada, lo sé.
- Yo...
- Esta bien, ya. Relájate ¿quieres? No hay nada de que preocuparse, te comportas como si nuestra relación fuera de otro tipo y no es así.
- Lo sé, es sólo que siempre termina siendo todo igual, siempre lo arruino contigo.
- Ya estoy acostumbrada (sonrisa).
- ¿No estas enojada?
- No.
- No quiero que te sientas mal.
- No estoy mal. Tranquilo ¿okey? Estoy bien. Ve y haz tus cosas, no soy alguien por quién debas preocuparte, ya deberías saberlo.
- De verdad lo siento.
- Esta bien, anda.
- Vale, te mandaré un mensaje después.
- Okey.

Y me niego rotundamente. Porque un hombre y una mujer que no han superado a su pasado pueden convertirse en el arma más mortal contra el otro. No voy a vivirlo de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario