Resulta inquietante que a pesar de los años, a uno se le escapen
los daños. Existen personas que no
nacieron para dejar de soñar. Y no, no se me da… porque a pesar de todo, no
dejo de confiar, al final las barreras
siempre caen, aunque eso pueda significar nuevamente acabar mal.
Soy firme creyente de que no deben pagar justos por
pecadores, que cada persona merece su oportunidad. No me ha ido bien, hasta
ahora me ha tocado estar en la posición de perdonar, de dejar atrás y avanzar.
Pero es que de otra manera, a mí no se me da amar.
Pero, ciertamente… no creo querer más. Que ser el cero a la
izquierda, no me puede llenar, no cura esta soledad.