martes, 16 de julio de 2013

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De las vueltas que da la vida.

Pensaba que lo había vivido todo, de esas ocasiones en qué dices "ya nada puede sorprenderme" y entonces todo vuelve a cambiar. Sentimientos que uno creía inexistentes se hacen presentes, relaciones que uno creía inquebrantables se desmoronan en pedazos, descubres entonces que no todo el que te dice "amigo" realmente conoce el significado de dicha palabra, o quizás tiene una definición distinta a la tuya.

Mientras hacía memoria de las cosas ocurridas durante este año me di cuenta que ya estamos en el 7mo mes. Sin duda se han presentado situaciones, momentos y se han tomado decisiones importantes en este tiempo. Y es que, después de todo, no soy la misma. He cambiado y he aprendido a ver las cosas desde otra perspectiva a pesar de que mis propios fantasmas aún acechan y de vez en cuando intentan aprovecharse cuando mi guardia esta baja.

Me he visto cada noche irme a la cama con una sonrisa en los labios y agradeciendo al cielo por cada una de las bendiciones que me ha brindado. Pidiendo fuerzas para afrontar las situaciones que no sean tan agradables y ánimos para no perder la confianza y humildad, para no olvidar nunca quién soy y los valores arraigados en mi.

Y es que mucho me costo darme cuenta de que la única persona que limita es uno mismo cuando permite que el temor se apodere de tus sentidos. Viví siempre con un "nunca nadie va a quererte de verdad" que se encargo de acabar de a poco con mis ilusiones y tomar decisiones equivocadas que lejos de alejarme de esa realidad me hundían más en ella. Afortunadamente, esa frase dejo de tener validez cuando descubrí que había alguien capaz de quererme de veras y ese alguien soy yo.

Entonces todo cobro sentido. Me llene de alegría aún en los momentos difíciles... y el amor, el amor lo vivo cada día desde que me levanto hasta que vuelvo a cerrar los ojos. No como una relación en la que otra persona deba estar contigo las 24 horas del día diciéndote cosas lindas o llenándote de promesas que quizás no se cumplirán. Sino como lo que es, ese sentimiento que te inunda y te llena de paz con el simple hecho de sentirlo, porque soy muy afortunada, porque al fin puedo experimentarlo y porque definitivamente no cambiaría la sensación aunque aún sin haber iniciado, todo terminara mañana.

Puedo ver a un sinnúmero de parejas formalizando, ex compañeros que han empezado su propia familia, conversaciones acerca de "¿y tú por qué no?", como si en algún momento me hubiera perdido y hubiese tomado un camino distinto al que se supone como ellos debería llevar. Recuerdo haberme visto llorar un día de aquel 2012, preguntándome qué estaba mal conmigo y por qué yo no podía iniciar una vida.

Hoy puedo reírme de mi misma, tengo una vida. Inicio ya y me estoy conociendo, cuidando y queriendo en el camino, estoy curando mis heridas, planteándome nuevas metas y dirigiendo mis esfuerzos hacia ellas. Yo también estoy avanzando, a mi ritmo y con mis propias pasiones. Estoy creciendo y no sólo porque el calendario así lo indique y las arrugas en mi piel empiecen a ser más visibles, sino porque es ahora que empiezo a ver las cosas con la claridad que antes no me era posible.

Y no he estado sola en el proceso, tengo un grupo cada vez más reducido de amigos (más no por reducido de menor calidad)  que me aceptan con todo lo que soy. Tengo a mi familia que a pesar de no ser de lo más normal, me adoran y me cuidan. Tengo a mi pequeña princesa, la greñuda latosa que con sus ocurrencias logra arrancarme risas y risas, quien cuando esta cerca viene hasta a mi cuarto a leerme un cuento antes de dormir (aunque debería ser al revés) y por si fuera poco tengo un ángel guardián. ¡El mejor! La más grande bendición que me ha dado la vida, quien ha ido conmigo de la mano, rodeándome siempre en un abrazo cuando lo he necesitado, quién no permite me rinda y me recuerda siempre lo que he logrado. Aquel siempre dispuesto a defenderme de todo, incluso de mi. Mi mejor amigo y cómplice.

 Así que diría que definitivamente estaba equivocada, que hay muchas cosas que aún me sorprenden y qué probablemente vendrán otras a quererme hacer temblar y llorar, pero ahora, por lo único que estoy dispuesta a llorar es de felicidad. Afrontemos todo con una sonrisa, mientras estemos en este mundo, aprendamos de cada experiencia y sigamos avanzando, pisando fuerte y con la frente muy en alto.  Quiero hacer feliz a quién me hace feliz y esto sólo puedo lograrlo si sigo trabajando en mi.